Un paraiso perdido donde puedes encontrar todo y nada, capaz de lo mejor y lo peor, porque el término medio es solo un espejismo visto desde los extremos
13.12.13
Volver a empezar
Hacía demasiado tiempo que no me pasaba por aquí, y no porque no lo necesitara en algunos momentos, sino porque no quería que constasen en acta ciertas aberraciones existenciales que he tenido que sobrellevar últimamente. Desde el último post, han pasado muchas cosas que me obligaron a actuar en varias direcciones, provocando por tanto algunos cambios drásticos, éxodos y retornos incluidos, que he digerido con una dignidad desconocida por mi hasta entonces. A pesar de no haber sido un itinerario soñado, las circunstancias me instaron a arrimarme a las alternativas, y aunque sigo perdido en mis sendas secundarias, sin duda el proceso ha sido muy fructífero, sobre todo para mi neocórtex.
Este sinuoso trayecto me sitúa ahora y de nuevo, en el mismo punto donde todo debería comenzar. Las expectativas siguen siendo las mismas que antaño, y aunque estoy mejor preparado por el crecimiento implícito en la experiencia, el tiempo sigue estando en mi contra, aunque trate de torearlo.
Y ahí estoy desviviéndome, buscando mi camino siguiendo el rastro de la lógica. Y cuando esta búsqueda llegue a su fin próximamente, que llegará porque no puede ser eterna, será cuando vuelva a ocuparme de mis sueños, esos que tenía abandonados y mezclados en el fondo de un cajón desastre lleno de directrices, suposiciones y razonamientos ajenos a mi.
Dicen que el tiempo lo cura todo y debe ser cierto. Después de casi un año de espera, una bofetada de realidad me vuelve a sacudir y despeja casi definitavemente mis dudas estroboscópicas. Aunque uno cree tener los sentimientos más o menos controlados, es curioso como una simple llamada de teléfono puede provocar un ciclón de sinrazones sentimentales que difícilmente pueden ser comprendidas.
Es lo que tiene confundir los hechos con la realidad; los hechos se sucedieron, y existieron razones lo suficientemente objetivas como para que una vez más depositara ciertas esperanzas e ilusiones en lo que pudo haber sido y no fue. No he sabido manejar los tempos, ni driblar los vericuetos sentimentales que nos rodearon. Ni siquiera tuve la mínima habilidad para darme cuenta de que ni la gente ni las manijas del reloj esperan a que se allane el camino, a que el horizonte se despeje y a que pudiera detectar esas señales inconfundibles que te obligan a avanzar sin más. Aún así, creo que hice lo correcto, más que en otras ocasiones, pero no sabré si fue suficiente, porque aunque la oferta siga sobre la mesa, es imposible mantener la espera eternamente, aunque así lo sintiera.
La esperanza intacta de que una casualidad, el destino o el simple hecho de existir, me sitúe en el momento y lugar adecuados para tener la habilidad de pulsar con éxito ese interruptor que haga saltar por los aires mi explosión cósmica de felicidad conjunta, sigue ahí, a la espera de encontrar ese alguien que signifique todo, con el que pueda olvidar este tercio pasado de mi existencia y disfrutar conjuntamente los dos tercios restantes.
Parece que fue ayer cuando tomé una decisión que marcaría los últimos años de mi vida, ha pasado ya mucho tiempo desde aquello, y aunque hace poco que se cerró definitiva y satisfactoriamente el capítulo que generó tal decisión, todavía no he sido capaz de valorar si mereció la pena ser consecuente con ella. A pesar de que ya me encuentro en la nueva etapa que había ansiado desde entonces, la añoranza irresponsable de los tiempos pasados me impide saborear adecuadamente el emplazamiento de mi desorientada flecha temporal.
Y ahora, desde un remoto pero encantador punto del globo terráqueo, al son de las olas de Playa Santiago, parece que mientras el tiempo se ralentiza, los sentimientos avanzan fugazmente y de nuevo hacia las sendas secundarias que me rodean. Es una sensación fútil, pero me ayuda a sopesar el inevitable tránsito que surco últimamente.
Mientras resuelvo las últimas horas de este año y de esta última década, no hago más que preguntarme a dónde se fue tanto tiempo, y si hemos aprendido algo en el recorrido o si seguimos como siempre. Y es que hay momentos en los que es mejor no balancear la situación, pues es el mismo paso de los años el que te da la perspectiva adecuada, y el que decide si aquella elección pasada fue acertada o no, así que esta vez intentaré no hacer ningún balance.
Recuerdo como hace unos 10 años me hice una serie de propósitos que no cumplí ni de lejos, así que esta vez lo único que deseo para esta nueva década y para todos vosotros es salud y trabajo, porque lo demás, si lo anterior no nos falla y buscando un poquito de suerte adicional, se puede conseguir perfectamente.
Será un simple ejercicio de responsabilidad inconsciente, una manera de encarar la vida paciente e inquietante a la vez, y de manera que dentro de otros diez años pueda echar la vista atrás y pensar que merece la pena seguir divagando sobre esto y aquello, sobre lo simple y fascinante que pueden llegar a ser las cosas que pasan, y sobre todo, sobre eso que sólo tú y yo sabemos.
Porque ningún día es un día cualquiera, porque las circunstancias del momento lo exigen y porque más vale tarde que nunca, hoy necesito el suero musical de Sigur Rós. Es uno de esos momentos en que hay que tomar una determinación, en que lo verdaderamente importante no son las decisiones en sí mismas sino el tomarlas y mover ficha consecuentemente. Y porque lo importante no es como empieza sino como acaba...
No sabía ni siquiera que esperábamos a alguien, y mucho menos que sería alguien como ella. Apareció sin llamar la atención pero con la seguridad suficiente de saber que podría dominar la situación cuando quisiese. He de reconocer que la primera impresión fue cuando menos cautivadora, y me sorprendió que el destino me sorprendiera con semejantes hechos.
Durante el poco tiempo que pude disfrutar de su compañía y antes de que me diera cuenta, afloraron sentimientos inconfundibles y lo suficientemente arraigados como para que aún hoy perduren. Disfrutaba con tan sólo su presencia, me encantaba escucharla dijera lo que dijera, me gustaba todo lo que hacía y decía aun cuando a veces no fuese de mi agrado, y no paraba de pensar en qué podría pasar si no se fuese a ir tan rápido.
Durante los úlimos días, los hechos fluctuaban a contrarreloj. La sensación, creo que mutua, de que por una vez algo eterno podría suceder, se entremezclaba con una nostalgia premonitoria de lo que pudo haber sido y no fue.
Y ahí se quedó todo, nos despedimos pensando que seguro que hubiera merecido la pena, pero las circunstancias precipitaron los acontecimientos, y ahora y desde entonces, sólo queda la posibilidad de mover ficha o esperar a que pase nada mientras la recuerdo cada día por lo bonito que pudo ser y fue mientras duró.
No estaba preparado para ello, temía que volviese a suceder algún día. Y así ha sido. Cuando creía estar curado ya de mi adicción a los amores platónicos vuelve a aparecer alguien sin previo aviso, siguiendo los caprichos de las cosas que pasan y asaltando por sorpresa los designios de mi maltrecho búnker sentimental.
Una vez más, el destino ha vuelto a hacer de las suyas, advirtiéndome que no podré dejarlo de lado, que esta vez las cosas que pasan y que van a pasar me las merezco, y que todo sucederá sin saber si el desenlace final compensa el inevitable esfuerzo que ello requiere.
Han tenido que coincidir un sinfín de hechos puntuales e ilógicos para que el resultado de esta situación me tenga en vilo, intentando con ineficaz disimulo que mis actos consecuentes no zozobren ante la magnitud de semejante desafío.
Y aunque la situación tampoco era nueva para mí, la intensidad de la misma me ha abordado por sorpresa. Ha sido un atraco sentimental para el que no estaba adiestrado. Me he visto obligado a crear ciertos vínculos intangibles, aunque suficientemente firmes y con la única amenza posible del tiempo y la distancia. Y precisamente eso y muy a mi pesar, el tiempo y la distancia, son los que tratarán de burlarse del destino si nadie lo remedia.
Hoy toca un suerazo, The High Road de Broken Bells. Mientras la escucho, me sumerge inevitablemente en terrenos remotos y desconocidos, envueltos de una atmósfera embriagadora que sacan a relucir sin permiso algunos recuerdos que creía olvidados. Es una sensación un tanto nostálgica, pero que me obliga a esbozar una sonrisa plagada de emociones. Y como mi autoestima se retroalimenta continuamente de percepciones metafóricas, es un suero sumamente eficaz contra la melancolía aparente que a veces nos rodea.
A la espera de uno de mis posibles finales espero tranquilamente a que el destino me sorprenda. Ya se que casi todo lo importante está escrito para mí, pero mientras no sea publicado, me imagino lo que todavía puedo cambiar. Son cambios minúsculos que difícilmente cambiarán el rumbo de mi sino, pero si pudiese sintonizar con alguna de las energías todavía ignoradas, sería posible alcanzar ese efecto mariposa que me devuelva a los primeros capítulos de mi historia. A partir de ahí todo sería más fácil, seguiría girando sobre mi eje como siempre, pero la inercia primigenia no permitiría titubeos ante falsas seducciones.
Sería entonces cuando podría seguir escribiendo algo que no fuese ajeno a mí, algo que signifique algo y que permita echar la vista atrás con la suficiente arrogancia como para creer que mereció la pena el simple y fascinante hecho de seguir girando.
Hoy toca meterse en vena el temazo The simple Life de The Juan Maclean. Después de unos días un tanto ajetreados, y a golpe de viernes, no queda otro remedio que escuchar algo que reactive los biorritmos. Es justo y necesario, uno no puede pasarse todo el fin de semana descansando de lo duro que ha sido la semana, porque si no lo aprovechas se irá volando sin darte cuenta. Y para una vez que consigo adelantarme algo al tiempo, ahora no me voy a retrasar por un cansancio imaginario provocado por un entorno cansado de nacimiento. A lo mejor mañana me desdigo de esto, pero de momento me apunto a eso de que la felicidad está en la eterna búsqueda, y por eso y porque tengo a la mariposa del efecto metida en las entrañas, sigo buscando....
Según el Instituto Vulcanológico Nórdico de la Universidad de Islandia el volcán Eyjafjallajökull está expulsado unas 15.000 toneladas de CO2 por día, lo que no es mucho en comparación con las 344.109 toneladas de CO2 generadas al día por la industria aérea europea en condiciones normales, así que a pesar del impacto visual de una aparente contaminación descomunal, en realidad cada dia que pasa, se libera menos CO2 a la atmósfera. ¿Estaremos ante una nueva prueba sobre la teoría de Gaia?
Venus de Shoking Blue, un clásico que no pasa de moda. Sencilla, eficaz, pegadiza y atractiva. Al escucharla tiene un aire de nostalgia posmodernista que me obliga a retrotraer sentimientos pasados. Unos sentimientos marcados por la inexorable velocidad de un tiempo que ni siquiera mientras saboreo este suero musical se detiene.
Ayer me fui a ver En Tierra hostil (The Hurt Locker), ganadora de seis Oscars, entre ellos a la mejor película, director y guión original. He de decir que no ha cumplido mis espectativas y la situaré en la categoría de entretenida sin más.
Aunque no he visto ninguna del resto de candidatas a mejor película, me niego a creer que no había una mejor que esta. Puede que de los seis Oscars los dos de sonido sean merecidos , pero el resto se le podrían explicar a cualquier extraterrestre diciéndole que los que votaban eran proamericanos, como la película. Cuando te inflan la película y te la ponen por las nubes con tanto Oscar y demás, uno espera un poquito más.
He de decir también, que los actores no están nada mal, y la ambientación y el clima de suspense en ciertos momentos están bastante conseguidos, aunque tampoco son ninguna novedad dentro del cine bélico. La historia en sí tampoco cuenta nada nuevo, son un cúmulo de circunstancias sin nexo aparente que pretenden conducir al espectador a la típica moraleja yanqui en la que me niego a caer.
Una vez más, y ya son unas cuantas, la industria hollywoodiense ha pretendido que se cumpla universalmente su fórmula:
guerra yanqui + intentos de justificacion = panfleto propagandistico envuelto en "film"
Inauguro una nueva sección donde presentaré la mejor manera de soliviantar acompasadamente mis neurax. En este caso le toca a Turntablerocker y su ya mítico Love Supreme, un suero que aún no se si me gusta más su sabor, su música o su videoclip.
Una vez más he dejado salir al animal que llevo dentro. Mi cuerpo y las circunstancias hicieron cosas que no había planeado, y el instinto y la atmósfera visceral presente tomaron las riendas de una inercia casi olvidada.
Hacía tiempo que no desconectaba el robusto aunque algo anticuado sistema operativo que dirige mis acciones, y como en otras ocasiones, siempre pasan cosas distintas a lo habitual, y esto suele ser bueno. Hubo una época en la que el instinto tenía un pequeño pero crucial papel en mi sistema opertivo, nunca supe por qué se fue diluyendo poco a poco hasta desaparecer, supongo que la acumulación desmesurada de datos procedentes de la vorágine de los acontecimientos pasados hicieron mella en mi memoria inconsciente.
Pero en esta etapa de regeneración tisular cósmica no hay tiempo para elucubraciones epicúreas, antes de que me dé cuenta de lo sucedido, estaré inmerso en otra contienda por la supervivencia.
Hay días y días. Y hoy es uno de esos en los que la nostalgia añadida me obliga a hacer un balance atemporal y caprichoso. Atemporal porque la inexorable flecha del tiempo me subyuga inevitablemente a olvidar el cuando y recordar únicamente el como. Y caprichoso porque las circunstancias me persuaden a recordar sólo los mejores capítulos y las buenas sensaciones.
Es uno de esos días en los que el sentirse a gusto depende exclusivamente de ese balance, de como la nostalgia añadida mueve los hilos adecuados para poder comprender todos los porqués de mi existencia, y de como la piscina de química tornadiza en la que nadan mis neuronas me obligan a escribir esto.
Son días extraños, últimamente se mezclan sentimientos contradictorios. Por un lado siento un ansioso desasosiego por cumplir ciertos compromisos que nunca debí adquirir, y por otro, la necesidad de interactuar con el mundo real a un nivel superlativo. Es una batalla elemental pero sorprendente. La obstinación por juzgar mi sinrazón cada día, me lleva a huir a paraísos mentales inexpugnables. Pero no es nada que no le haya pasado a nadie antes, Pink Floyd ya lo sabía.
William Kamkwamba o como la curiosidad puede cambiar la vida de un pueblo
Esta es una de esas historias que hacen del homo sapiens un ser extraordinario. El protagonista de la misma es William Kamkwamba, un chico de Masitala, una pequeña aldea a 2 horas de la capital de Malawi. Nació en 1987 y vivía sumido en la más absoluta pobreza, su aldea no contaba con agua corriente ni luz, había abandonado la escuela por falta de dinero y ayudaba a su familia cultivando tabaco.
Con este panorama y lejos de dejarse llevar por ilusas esperanzas, William Kamkwambanunca abandonó una de las esencias delhomo sapiens, la curiosidad. Solía leer todo aquello que conseguía en el club social de su aldea, hasta que llegó a sus manos una vieja revista de ciencia que explicaba como convertir la fuerza del viento en electricidad. Ni corto ni perezoso y con 14 años se puso manos a la obra en lo que iba a suponer un giro radical en su vida.
Con una vieja bicicleta, el ventilador de un tractor abandonado, algo de madera, una dinamo y los desechos de agricultores vecinos comenzó a construir el primer aerogenerador casero de todo Malawi. Poco a poco fue perfeccionando el diseño y en unas semanas su molino de viento ya estaba funcionando abasteciendo de luz a su choza. Consiguió energía suficiente para 4 bombillas, una radio y el cargador del único móvil del pueblo. A medida que iba mejorando la estructura, el diseño y la potencia del molino, William empezó a construir una serie de ellos para toda su aldea.
Sin saberlo, William empezó a ser el objetivo de numerosos curiosos que atónitos se acercaban para ver qué era aquella torre de 12 metros que emergía sobre la llanura circundante. Hasta que un periodista del Daily Times Malaui, Sangwani Mwafulirwa, le hizo un reportaje que tuvo un éxito inmediato y que se propagó por todo el país.
Pronto el artículo llegó a internet a través de varios blogs africanos y a los oídos de Emeka Okafor, uno de los ojeadores del proyecto “Thinkers and doers” de TED Global (Organización que busca jóvenes talentos por todo el mundo al servicio del desarrollo).
A partir de entonces, la vida de William Kamkwamba pega un giro vertiginoso, dando a conocer su historia en un sinfín de entrevistas y reportajes con el único objetivo de generar recursos para su aldea y llamar la atención sobre los problemas de su pueblo.
Ha creado su blog personal, ha escrito un libro y está rodando una película documental sobre su vida en Malawi.
La historia me la encontré en el excelente blog Kurioso, y tenéis más información aquí, aquí o aquí.